AÚN ESPERO que toques el timbre
y que me digas de nuevo tu nombre,
porque después de tantos años lo he olvidado,
y únicamente recuerdo las horas
que permanecíamos abrazados:
tu cabeza recargada en mi pecho,
tu sonrisa dibujada en tu rostro,
tus ojos, como dos animalitos,
saciándose en el río de mis ojos.

Manuel Ulacia