A nadie le importó
quién se iba primero
o quién pagaba la cuenta
de estos cuatro meses
jamás beberemos
tanto como entonces
ni tendremos la sensación
de ser tan felices

teníamos el corazón tan cargado
que nos arrastrábamos
como imanes
a la misma noche
a la misma mesa
al mismo vacío 
que no podíamos dejar
y nos dolía tanto

al mismo flamenco
teñido de apareamiento
que caía seco
en las sillas plásticas del bar

al mismo engaño
que jamás fue
sino el pliegue de una mirada
en dirección a la misma lejanía

al mismo espacio inconsolable
que era también
la única forma
de entrega

gladiz gonzalez

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